El color no solo sirve para “decorar” una página web; tiene un rol clave en cómo los visitantes perciben tu marca, interactúan con tu contenido y toman decisiones. De hecho, distintos estudios han demostrado que el color puede influir en las emociones y en el comportamiento del usuario. Por ejemplo, los tonos azules suelen transmitir confianza y profesionalismo, mientras que los naranjas y rojos generan energía y urgencia, ideales para llamadas a la acción. Elegir la paleta de colores adecuada es, por tanto, una decisión estratégica que debe ir alineada con el propósito y la personalidad de tu marca.
Una mala elección cromática puede tener consecuencias negativas: puede hacer que tu sitio se vea amateur, dificultar la lectura de los textos o incluso generar desconfianza en el usuario. ¿Te ha pasado que entras a una web y sientes que algo “no encaja”? Muchas veces, es un problema de colores mal combinados o sin jerarquía visual. Por eso, antes de empezar a probar al azar, es fundamental tener una base: ¿qué emociones quieres transmitir? ¿A qué tipo de público te diriges? ¿Cuál es el tono de tu marca: serio, juvenil, creativo, técnico?
Una forma sencilla de comenzar es inspirarte en tu logotipo o en elementos gráficos que ya representen tu marca. A partir de ahí, puedes construir una paleta armónica usando herramientas gratuitas como Coolors.co o Adobe Color. Estas plataformas te permiten generar combinaciones predefinidas, visualizar esquemas de color complementarios, análogos o monocromáticos, y copiar directamente los códigos HEX para usar en tu web. También puedes explorar paletas ya creadas por otros diseñadores si buscas inspiración rápida.
Además, es importante que tu paleta no solo se vea bien, sino que garantice legibilidad y accesibilidad. Asegúrate de que el contraste entre texto y fondo sea suficiente para que cualquier persona pueda leer sin esfuerzo, incluso quienes tienen dificultades visuales. Puedes comprobar esto con herramientas como el Contrast Checker de WebAIM. No uses más colores de los necesarios: con dos o tres tonos bien definidos (uno principal, uno secundario y uno para acentos) puedes construir una identidad visual sólida y coherente en todo tu sitio.
En resumen, no necesitas ser diseñador para elegir buenos colores, pero sí debes tomar esta decisión con intención. Una paleta bien pensada no solo hará que tu sitio luzca profesional, sino que reforzará la confianza de tus visitantes, mejorará la navegación y transmitirá con claridad lo que tu marca quiere decir.